Y a mí me dio por apagar el kill-paff a la 1 de la noche... y no tenía cerrada la puerta de mi habitación...
Ahora tengo una picadura en cada rodilla y otra detrás del hombro, en fin, un desastre.
El sanguinario lo ha matado mi hermano esta mañana, se ve que iba empachado de sangre y era torpe.
El otro lo ha visto en un lavabo y lo ha dejado encerrado allí, yo no lo he visto pero he echado matamoscas y he cerrado el lavabo, espero que muera allí.
Sí, en Granollers ya hace tiempo que está el mosquito tigre, y yo informé a la Generalitat, dieron acuse de recibo de mi aviso, pero todavía no he visto ningún aviso de que este pueblajo sea zona infestada.
27 ago 2007
26 ago 2007
Peli por casualidad
En eso que era domingo por la tarde, después de tomar el sol durante una hora escuchando buena música, y mientras subo un vídeo buenísimo al youtube, hago un poco de zapping en la tele y me encuentro con esto:
Sólo una noche
DOMINGO 26 DE AGOSTO A LAS 19.30 HORAS
Director: Alan Jacobs
Año de producción: 2000
Ficha artística: Lido Kier, Natalie Shaw, Seymour Cassel, Robert Easton, Dam Novello.
Duración: 90 minutos
Género: Drama
Calificación moral: +13
En fin, que en el intermedio he escrito el post, ahora voy a ver como acaba, en cualquier caso, la recomiendo a todo el mundo.
Sólo una noche
DOMINGO 26 DE AGOSTO A LAS 19.30 HORAS
Director: Alan Jacobs
Año de producción: 2000
Ficha artística: Lido Kier, Natalie Shaw, Seymour Cassel, Robert Easton, Dam Novello.
Duración: 90 minutos
Género: Drama
Calificación moral: +13
En fin, que en el intermedio he escrito el post, ahora voy a ver como acaba, en cualquier caso, la recomiendo a todo el mundo.
Etiquetas:
películas
16 ago 2007
Viaje a Croacia
Ya estoy de vuelta.
Viaje en Low-Cost hacia Dubrovnic con Air-Click, salimos y llegamos en hora (cosa que se agradece después de la odisea de hace un año para ir a Dublín), recogemos coche de alquiler y a buscar la habitación de alqueler que habíamos contratado con adriatica.net, un par de vueltas más de la cuenta pero llegamos. La familia muy simpática, con sus abuelitos que cultivaban uvas en el jardín y hacían grapa casera.
Dubrovnik es simplemente genial, un casco antiguo además de bonito animadísimo, chicas guapas por donde miraras, era un éxtasis visual (nunca he ocultado que prefiero ver monumentos vivos que piedras históricas), por supuesto allí mismo me comí mi primer cucurucho de chocolate del viaje, y es que en Croacia ver a la gente comiendo helados es muy habitual, además están muy bien de precio y buenísimos.
En la primera salida nocturna después de cenar una pizza en una pizzería cubana llamada Castro (me pone... jejeje)
Descubrimos el FUEGO LATINO, la discoteca más marchosa de Dubrovnik y que está justo saliendo de las murallas, llegamos alrededor de las 12 y estaba bastante vacía, pero empezó a llenarse y aquello acabó siendo un campo de batalla de buitres al acecho de las pocas féminas que se atrevían a pisar la pista de baile, el sueño me venció y pasé más tiempo sentado que en la pista, pero tomamos buena nota, las guapas chicas de las calles de Dubrovnik no estaban allí (alguna belleza había, pero el porcentaje ni se acercaba) por lo que debía haber algún otro local donde salieran a bailar.
El segundo día fuimos a visitar la isla de Córcula, con lo que nos bautizamos en lo de coger Ferrys, cosa muy habitual para cualquier viajero por Croacia, la isla nos decepcionó, quizás porque no sabíamos concrétamente qué buscábamos. Muchas horas de coche tanto para ir como para volver por carreteras tipo la del Garraf al borde del mar. Por la noche descubrimos la quinta esencia de los locales nocturnos: El EAST AND WEST, el glamour y la belleza se mezclaban a partes iguales en ese idílico local al pie de la playa (de piedras, pero playa, que estamos muy bien acostumbrados aquí...), en este caso el sueño venció a mis compañeros, yo me hubiera quedado allí más pero al día siguiente nos esperaba otro Ferry y teníamos que estar en forma, quedaba mucho viaje.
El tercer día visitamos Mlijet, otra de las muchas islas que protegen la costa Croata, y digo proteger porque en todo el país no vimos ni una ola, el mar es como una piscina, los puertos y carreteras solo están un palmo por encima del nivel del mar, es posiblemente la causa de la ausencia casi absoluta de playas de arena (casi absoluta porque casualmente donde se coge el ferry hacia esta isla hay una playa de arena fina, que con el viento de ese día se levantaba y dejaba contentos a los playeros... y a sus cámaras de fotos). Lo mejor de esta isla es el parque natural, con un lago interior que puedes bordear a pie o alquilando una bicicleta, que es lo que hicimos, te puedes bañar en sus aguas cristalinas y espantar a las avispas que te visitan mientras comes. Al volver de Mlijet nos encontramos con la desagradable imagen del humo que salía de las montañas de Dubrovnik, hicimos todo el camino de vuelta detrás de muchos camiones de bomberos del año de la María Castaña que se dirigían hacia allí para intentar luchar contra el fuego y el fuerte viento (en el puente ponía 80 km/h). Esa noche en Dubrovnik llovía ceniza, por lo que después de cenar otra pizza y tomar algo en un pub irlandés nos fuimos a dormir sin pisar discoteca alguna, la noche tenía un toque de mal rollo en el ambiente.
El cuarto día para continuar con el mal rollo fuimos a Bosnia a ver Mostar, conocida aquí en España por la presencia de los cascos azules españoles después de la guerra en la que los bosnios fueron casi exterminados por los serbios, los edificios destrozados y las casas llenas de marcas de bala daban fe de la magnitud del conflicto, pero al contrario de lo que esperaba, la ciudad se ha convertido en un centro de interés turístico, estaba lleno de turistas de todo el mundo (la mayoría catalanes como en toda Croacia) y la gente de allí han sabido explotar para su provecho la desgracia que supuso la guerra, el centro ha sido reconstruido y está lleno de paradas callejeras vendiendo restos de la guerra, desde balas reconvertidas en bolígrafos hasta algún trozo de fusil, pasando por cascos, y cualquier objeto viejo que hubieran recogido de las ruinas en su momento. Allí comimos por primera vez cocina típica del lugar, un czepize o algo así. De vuelta a Dubrovnic y para celebrar nuestra última noche allí fuimos a despedirnos del FUEGO LATINO. Fue una noche memorable.
Split fue nuestro siguiente destino, las distancias en Croacia no son igual que aquí, carreteras con muchas curvas o autopistas con caravanas sin explicación pueden hacer que más de uno pierda la pacienia (no es mi caso), la cuestión es que llegamos a Split (previa parada al mediodía para comer y dar un paseo por un pueblo costero, que no va a ser todo estar en el coche) alrededor de las 8 de la tarde, el apartamento genial, en el mismo centro de Split, en una calle comercial de lo más animada y, como no, llena de bellezas exhibiendo esos ojazos azules que abundan en aquellos lares.
En la primera noche por Split vimos las ruinas romanas de la ciudad, en ellas había bares con terracitas donde tomar algo, el lugar estaba razonablemente animado para ser un día entre semana, pero nos recogimos pronto que había cansancio acumulado de la noche de desenfreno anterior.
Después de días de muchas horas en coche, decidimos que ir a la isla de Brac a disfrutar de la famosa playa en punta de Mol a tomar el sol y bañarse era lo ideal para recargar fuerzas para el resto de días de viaje que aún nos quedaban. El trayecto del parking al Ferry fue de 500 metros, así que ese día solo hicimos kilometraje dentro de la isla, desde el puerto hasta la playa, como siempre subida y bajada preceptiva con curvas. El agua muy fresquita, playa de piedras de un tamaño aceptable para poder estirarse cómodamente sobre ellas. La playa muy bien acondicionada con chiringuitos y restaurantes cerca, donde comimos bien y a un precio económico (y de postre un helado por 5 kunas).
De vuelta a Dubrovnik, la lluvia nos semichafó la salida nocturna, unas simpáticas RRPP croatas que hacían publicidad de una cerveza nos informaron de donde podríamos buscar las discotecas al día siguiente, nos fuimos a dormir sin trasnochar.
Ya que había que ir a visitar el parque natural de Krk, una de las atracciones de Croacia, vista la gran afluencia de público (parecían las Ramblas de Barcelona).
Un error en la información que teníamos, la hora y el haber visto al llegar unos cochinillos que estaban asando a la entrada del parque hicieron que triunfara mi propuesta de no bañarnos en esas espectaculares cataratas abarrotadas de bañistas y cogiéramos el autobús hacia el cochinillo. ¡Qué bueno estaba el cochinillo!, eso sí que no fue un error. Después del cochinillo cogimos el coche para buscar más arriba la en teoría más espectacular cascada del parque, pero na de ná, la más espectacular era la anterior (la de la foto), por algo estaba llena de gente, de hecho menuda gracia le haría a la gente que pillaba abajo un barco para llegar a la catarata de arriba... Se me olvidaba reseñar que antes de llegar nosotros, paramos en una zona apta para el baño y nos estiramos media horita de "siestecilla" y vimos una imagen sobrecogedora: Dos niñas enjabonándose en pleno parque natural, desde luego, hay gente guarra por todas partes.
Por la noche esta vez sí, dimos con las discotecas, no sin antes (no entiendo como no hice la foto), al lado de la parada de taxis ver una pedazo de limusina con un cartel en el techo anunciando el Night-Club Pasha, nos decidimos por el taxi y fuimos a la zona disco de Split, que resultó ser como el Port Olímpic de Barcelona, varias discos delante del mar llenas de garrulos y turistas, si no vamos nunca al de Barcelona debe ser por algo, así que nos dejó un gustillo agridulce la despedida de Split, dado que por las calles de día la cosa prometía (a nivel visual claro está).
El día de la odisea empieza sin prisas, teníamos muchos kilómetros por delante desde Split hasta Rijeka y no era cuestión de estresarse, al menos había autopista por primera vez en nuestro viaje, así que en un par de horitas nos plantamos en una ciudad costera para comer y dar un paseíto para bajar la comida -me comí un arroz negro (rissoto neri) con sipia buenísimo-.
Pero los relámpagos y truenos que nos acompañaron justo antes de llegar a esa ciudad no nos hiciero prever la que se nos venía encima por la tarde, primero una caravana de más de una hora para hacer unos 10 kilómetros por la autopista, y al llegar al apartamento nos encontramos con una habitación que daba miedo y escalofríos, con arañas que habían tenido tiempo a aposentarse y crecer, pared exterior quemada, terraza sin baranda, bombilla con un cable suelto y cuando uno tiró de la cadena del water empezó la inundación... por suerte adriatica.net se comportó y solo tuvimos que dormir allí una noche y nos encontraron dos sitios geniales para los dos días siguientes, el primero una espectacular villa en Rijeka en primera línea de mar. Desde allí fuimos a visitar un pueblo costero cercano llamado Opatija que resultó al final ser el lugar más interesante de la zona, el sitio era un pequeño Montecarlo, con lujosas casas y un puerto lleno de lujosos coches y barcos, así como restaurantes de etiqueta. Comimos en un local llamado Hemingway donde comimos muy bien, dimos un paseíto por el pueblo después y por la noche fuimos a Rijeka a descubrir que allí se lleva el botellón (era sábado) pero no había mucha fiesta, así que tras preguntar a diferentes personas todas las respuestas condujeron a Roma, quería decir Opatija, ¡qué bien! ya sabíamos el camino, y mira qué casualidad que el local al que nos enviaban se llamaba... sí, Hemingway, Restaurante de día, discoteca de noche, un ambientazo, gente dentro y fuera del local, un descubrimiento digno de disfrutar.
Al día siguiente tocaba cambio de apartamento, en este caso en emplazamiento idílico, a 8 kilómetros del parque natural de Plevitce que íbamos a visitar un día después, por lo que por la mañana dimos un paseo por Rijeka antes de encaminarnos a nuestro destino, pero al no ver nada digno de mención cogimos el coche y conducimos hasta que nos entró hambre (vale que salímos de Rijeka a las 12 y pico), y eso hicimos, también aprovechamos para comprar hortalizas para hacernos una ensalada y comer sano por la noche, y justo en el pueblo donde ya teníamos que girar hacia el interior y despedirnos del Adriático, decidimos parar a darnos el último baño en ese mar que bien podría ser llamado piscina. El agua aquí sí que tenía una temperatura más agradable y allí nos despedimos del Adriático.
Como ya he dicho, el nuevo apartamento resultó estar en un emplazamiento idílico, llegamos en bañador y camiseta y al salir del coche nos sorprendió el frío que hacía, resultó que el invierno anterior habían estado a 32 grados bajo cero y con un metro y medio de nieve... solo de pensarlo me se ponen los pelo' de punta.
Como los dueños del lugar tenían un pequeño restaurante, se nos ocurrió preguntar si podían cocinarnos algo y llevarlo al apartamento para acompañar las ensaldas... y claro una cosa condujo a la otra y acabamos comiéndonos una parrillada de carne buenísima y cuantiosa, no pudimos con ella... pero qué bien que nos sentó... luego una partidita de cartas al remigio y a dormir, no sin antes salir a ver el cielo lleno de estrellas en medio de la nada, al no haber luz se veía un cielo impresionante y al ser agosto, no faltaron varias estrellas fugaces, con las que me pedí lo mismo que el del anuncio de Estrella...
Y por la mañana sin prisa pero sin pausa, tempranito nos fuimos hacia el parque natural de Plevitce, a ver más cascadas, lagos, árboles y, a andar y andar...
El día empezó soleado aunque fresquito, por lo que cargué en la mochila jersey, chubasquero, paraguas, ropa de recambio... que el día es muy largo. Elegimos el recorrido de 4 a 6 horas, había otro de 8 horas pero no compensaba. El recorrido fue un rato en autobús, luego ir bajando por los diferentes lagos viendo sus correspondientes cascadas, el recorrido se puede hacer así o a la inversa, dependiendo de si entras por la Entrada 1 o la 2, nosotros aparcamos en la entrada 2 que era la que estaba más cerca de donde habíamos dormido.
El paseo sin duda vale la pena, hay mucha gente pero es normal, es agosto y los turistas abundan en los destinos turísticos. Justo acabamos el recorrido, se puso a diluviar, durante un par de horas ya habíamos oído los cercanos truenos, pero tuvimos suerte y no nos cayó la tormenta estando entre árboles, sino en la parada del autobús. Tras el diluvio aflojó un poco y fuimos a comer a un self-service allí mismo.
Por la tarde, camino de Zagreb, paramos en Karlovac (también marca de cerveza), no había mucho que ver allí.
En Zagreb, solo habíamos podido encontrar alojamiento en hotel, así que por 2 noches allí pagamos como 3 en cualquiera de los otros sitios, pero por fin teníamos camas individuales (en la casa del bosque también), y desayuno incluido.
Por la noche el taxista nos recomendó cenar en el restaurante del exfutbolista Boban, la carta estaba bien y no nos sablearon, pero yo para cenar no tenía mucha hambre, tantos días sin hacer ejercicio y tantas comidas excesivas, hacen perder la motivación por una comida aunque buena no "golosa" ni novedosa. La noche de Zagreb no parecía muy animada, nuestras investigaciones nos indicaron que al ser vacaciones la ciudad estaba vacía, así que a dormir.
Al día siguiente vimos Zagreb, primero el pabellón Drazen Petrovic (inolvidable malogrado jugador de baloncesto, maldito sea el camionero alemán que lo mató) que estaba a pocos metros del hotel, luego cogimos el tranvía para ir al centro de la ciudad, dimos el paseo típico de los turistas (con cañonazo de las 12 incluido) y nos comimos un delicioso pedazo de pizza (10 kunas) y un fabuloso helado(6 kunas). Por la tarde fuimos en coche a un pueblecito a las afueras de Zagreb, del cual nos encontró unas cuantas vueltas encontrar el centro...
Por la noche fuimos a la zona de los lagos (artificiales) donde había varios locales para tomar copas, cenamos en una pizzería allí mismo y nos tomamos unas cuantas copas en aquellos locales, tampoco había mucho movimiento, y aunque el sitio estaba bien, las fechas no eran las mejores para ir allí, a destacar la gran cantidad de mosquitos del lugar (lógico en un lago).
Y así se acaba el viaje a Croacia, el último día viaje Zagreb-Milán, cambio de aeropuerto y Milán-Barcelona.
Viaje en Low-Cost hacia Dubrovnic con Air-Click, salimos y llegamos en hora (cosa que se agradece después de la odisea de hace un año para ir a Dublín), recogemos coche de alquiler y a buscar la habitación de alqueler que habíamos contratado con adriatica.net, un par de vueltas más de la cuenta pero llegamos. La familia muy simpática, con sus abuelitos que cultivaban uvas en el jardín y hacían grapa casera.
Dubrovnik es simplemente genial, un casco antiguo además de bonito animadísimo, chicas guapas por donde miraras, era un éxtasis visual (nunca he ocultado que prefiero ver monumentos vivos que piedras históricas), por supuesto allí mismo me comí mi primer cucurucho de chocolate del viaje, y es que en Croacia ver a la gente comiendo helados es muy habitual, además están muy bien de precio y buenísimos.
En la primera salida nocturna después de cenar una pizza en una pizzería cubana llamada Castro (me pone... jejeje)
Descubrimos el FUEGO LATINO, la discoteca más marchosa de Dubrovnik y que está justo saliendo de las murallas, llegamos alrededor de las 12 y estaba bastante vacía, pero empezó a llenarse y aquello acabó siendo un campo de batalla de buitres al acecho de las pocas féminas que se atrevían a pisar la pista de baile, el sueño me venció y pasé más tiempo sentado que en la pista, pero tomamos buena nota, las guapas chicas de las calles de Dubrovnik no estaban allí (alguna belleza había, pero el porcentaje ni se acercaba) por lo que debía haber algún otro local donde salieran a bailar.
El segundo día fuimos a visitar la isla de Córcula, con lo que nos bautizamos en lo de coger Ferrys, cosa muy habitual para cualquier viajero por Croacia, la isla nos decepcionó, quizás porque no sabíamos concrétamente qué buscábamos. Muchas horas de coche tanto para ir como para volver por carreteras tipo la del Garraf al borde del mar. Por la noche descubrimos la quinta esencia de los locales nocturnos: El EAST AND WEST, el glamour y la belleza se mezclaban a partes iguales en ese idílico local al pie de la playa (de piedras, pero playa, que estamos muy bien acostumbrados aquí...), en este caso el sueño venció a mis compañeros, yo me hubiera quedado allí más pero al día siguiente nos esperaba otro Ferry y teníamos que estar en forma, quedaba mucho viaje.
El tercer día visitamos Mlijet, otra de las muchas islas que protegen la costa Croata, y digo proteger porque en todo el país no vimos ni una ola, el mar es como una piscina, los puertos y carreteras solo están un palmo por encima del nivel del mar, es posiblemente la causa de la ausencia casi absoluta de playas de arena (casi absoluta porque casualmente donde se coge el ferry hacia esta isla hay una playa de arena fina, que con el viento de ese día se levantaba y dejaba contentos a los playeros... y a sus cámaras de fotos). Lo mejor de esta isla es el parque natural, con un lago interior que puedes bordear a pie o alquilando una bicicleta, que es lo que hicimos, te puedes bañar en sus aguas cristalinas y espantar a las avispas que te visitan mientras comes. Al volver de Mlijet nos encontramos con la desagradable imagen del humo que salía de las montañas de Dubrovnik, hicimos todo el camino de vuelta detrás de muchos camiones de bomberos del año de la María Castaña que se dirigían hacia allí para intentar luchar contra el fuego y el fuerte viento (en el puente ponía 80 km/h). Esa noche en Dubrovnik llovía ceniza, por lo que después de cenar otra pizza y tomar algo en un pub irlandés nos fuimos a dormir sin pisar discoteca alguna, la noche tenía un toque de mal rollo en el ambiente.
El cuarto día para continuar con el mal rollo fuimos a Bosnia a ver Mostar, conocida aquí en España por la presencia de los cascos azules españoles después de la guerra en la que los bosnios fueron casi exterminados por los serbios, los edificios destrozados y las casas llenas de marcas de bala daban fe de la magnitud del conflicto, pero al contrario de lo que esperaba, la ciudad se ha convertido en un centro de interés turístico, estaba lleno de turistas de todo el mundo (la mayoría catalanes como en toda Croacia) y la gente de allí han sabido explotar para su provecho la desgracia que supuso la guerra, el centro ha sido reconstruido y está lleno de paradas callejeras vendiendo restos de la guerra, desde balas reconvertidas en bolígrafos hasta algún trozo de fusil, pasando por cascos, y cualquier objeto viejo que hubieran recogido de las ruinas en su momento. Allí comimos por primera vez cocina típica del lugar, un czepize o algo así. De vuelta a Dubrovnic y para celebrar nuestra última noche allí fuimos a despedirnos del FUEGO LATINO. Fue una noche memorable.
Split fue nuestro siguiente destino, las distancias en Croacia no son igual que aquí, carreteras con muchas curvas o autopistas con caravanas sin explicación pueden hacer que más de uno pierda la pacienia (no es mi caso), la cuestión es que llegamos a Split (previa parada al mediodía para comer y dar un paseo por un pueblo costero, que no va a ser todo estar en el coche) alrededor de las 8 de la tarde, el apartamento genial, en el mismo centro de Split, en una calle comercial de lo más animada y, como no, llena de bellezas exhibiendo esos ojazos azules que abundan en aquellos lares.
En la primera noche por Split vimos las ruinas romanas de la ciudad, en ellas había bares con terracitas donde tomar algo, el lugar estaba razonablemente animado para ser un día entre semana, pero nos recogimos pronto que había cansancio acumulado de la noche de desenfreno anterior.
Después de días de muchas horas en coche, decidimos que ir a la isla de Brac a disfrutar de la famosa playa en punta de Mol a tomar el sol y bañarse era lo ideal para recargar fuerzas para el resto de días de viaje que aún nos quedaban. El trayecto del parking al Ferry fue de 500 metros, así que ese día solo hicimos kilometraje dentro de la isla, desde el puerto hasta la playa, como siempre subida y bajada preceptiva con curvas. El agua muy fresquita, playa de piedras de un tamaño aceptable para poder estirarse cómodamente sobre ellas. La playa muy bien acondicionada con chiringuitos y restaurantes cerca, donde comimos bien y a un precio económico (y de postre un helado por 5 kunas).
De vuelta a Dubrovnik, la lluvia nos semichafó la salida nocturna, unas simpáticas RRPP croatas que hacían publicidad de una cerveza nos informaron de donde podríamos buscar las discotecas al día siguiente, nos fuimos a dormir sin trasnochar.
Ya que había que ir a visitar el parque natural de Krk, una de las atracciones de Croacia, vista la gran afluencia de público (parecían las Ramblas de Barcelona).
Un error en la información que teníamos, la hora y el haber visto al llegar unos cochinillos que estaban asando a la entrada del parque hicieron que triunfara mi propuesta de no bañarnos en esas espectaculares cataratas abarrotadas de bañistas y cogiéramos el autobús hacia el cochinillo. ¡Qué bueno estaba el cochinillo!, eso sí que no fue un error. Después del cochinillo cogimos el coche para buscar más arriba la en teoría más espectacular cascada del parque, pero na de ná, la más espectacular era la anterior (la de la foto), por algo estaba llena de gente, de hecho menuda gracia le haría a la gente que pillaba abajo un barco para llegar a la catarata de arriba... Se me olvidaba reseñar que antes de llegar nosotros, paramos en una zona apta para el baño y nos estiramos media horita de "siestecilla" y vimos una imagen sobrecogedora: Dos niñas enjabonándose en pleno parque natural, desde luego, hay gente guarra por todas partes.
Por la noche esta vez sí, dimos con las discotecas, no sin antes (no entiendo como no hice la foto), al lado de la parada de taxis ver una pedazo de limusina con un cartel en el techo anunciando el Night-Club Pasha, nos decidimos por el taxi y fuimos a la zona disco de Split, que resultó ser como el Port Olímpic de Barcelona, varias discos delante del mar llenas de garrulos y turistas, si no vamos nunca al de Barcelona debe ser por algo, así que nos dejó un gustillo agridulce la despedida de Split, dado que por las calles de día la cosa prometía (a nivel visual claro está).
El día de la odisea empieza sin prisas, teníamos muchos kilómetros por delante desde Split hasta Rijeka y no era cuestión de estresarse, al menos había autopista por primera vez en nuestro viaje, así que en un par de horitas nos plantamos en una ciudad costera para comer y dar un paseíto para bajar la comida -me comí un arroz negro (rissoto neri) con sipia buenísimo-.
Pero los relámpagos y truenos que nos acompañaron justo antes de llegar a esa ciudad no nos hiciero prever la que se nos venía encima por la tarde, primero una caravana de más de una hora para hacer unos 10 kilómetros por la autopista, y al llegar al apartamento nos encontramos con una habitación que daba miedo y escalofríos, con arañas que habían tenido tiempo a aposentarse y crecer, pared exterior quemada, terraza sin baranda, bombilla con un cable suelto y cuando uno tiró de la cadena del water empezó la inundación... por suerte adriatica.net se comportó y solo tuvimos que dormir allí una noche y nos encontraron dos sitios geniales para los dos días siguientes, el primero una espectacular villa en Rijeka en primera línea de mar. Desde allí fuimos a visitar un pueblo costero cercano llamado Opatija que resultó al final ser el lugar más interesante de la zona, el sitio era un pequeño Montecarlo, con lujosas casas y un puerto lleno de lujosos coches y barcos, así como restaurantes de etiqueta. Comimos en un local llamado Hemingway donde comimos muy bien, dimos un paseíto por el pueblo después y por la noche fuimos a Rijeka a descubrir que allí se lleva el botellón (era sábado) pero no había mucha fiesta, así que tras preguntar a diferentes personas todas las respuestas condujeron a Roma, quería decir Opatija, ¡qué bien! ya sabíamos el camino, y mira qué casualidad que el local al que nos enviaban se llamaba... sí, Hemingway, Restaurante de día, discoteca de noche, un ambientazo, gente dentro y fuera del local, un descubrimiento digno de disfrutar.
Al día siguiente tocaba cambio de apartamento, en este caso en emplazamiento idílico, a 8 kilómetros del parque natural de Plevitce que íbamos a visitar un día después, por lo que por la mañana dimos un paseo por Rijeka antes de encaminarnos a nuestro destino, pero al no ver nada digno de mención cogimos el coche y conducimos hasta que nos entró hambre (vale que salímos de Rijeka a las 12 y pico), y eso hicimos, también aprovechamos para comprar hortalizas para hacernos una ensalada y comer sano por la noche, y justo en el pueblo donde ya teníamos que girar hacia el interior y despedirnos del Adriático, decidimos parar a darnos el último baño en ese mar que bien podría ser llamado piscina. El agua aquí sí que tenía una temperatura más agradable y allí nos despedimos del Adriático.
Como ya he dicho, el nuevo apartamento resultó estar en un emplazamiento idílico, llegamos en bañador y camiseta y al salir del coche nos sorprendió el frío que hacía, resultó que el invierno anterior habían estado a 32 grados bajo cero y con un metro y medio de nieve... solo de pensarlo me se ponen los pelo' de punta.
Como los dueños del lugar tenían un pequeño restaurante, se nos ocurrió preguntar si podían cocinarnos algo y llevarlo al apartamento para acompañar las ensaldas... y claro una cosa condujo a la otra y acabamos comiéndonos una parrillada de carne buenísima y cuantiosa, no pudimos con ella... pero qué bien que nos sentó... luego una partidita de cartas al remigio y a dormir, no sin antes salir a ver el cielo lleno de estrellas en medio de la nada, al no haber luz se veía un cielo impresionante y al ser agosto, no faltaron varias estrellas fugaces, con las que me pedí lo mismo que el del anuncio de Estrella...
Y por la mañana sin prisa pero sin pausa, tempranito nos fuimos hacia el parque natural de Plevitce, a ver más cascadas, lagos, árboles y, a andar y andar...
El día empezó soleado aunque fresquito, por lo que cargué en la mochila jersey, chubasquero, paraguas, ropa de recambio... que el día es muy largo. Elegimos el recorrido de 4 a 6 horas, había otro de 8 horas pero no compensaba. El recorrido fue un rato en autobús, luego ir bajando por los diferentes lagos viendo sus correspondientes cascadas, el recorrido se puede hacer así o a la inversa, dependiendo de si entras por la Entrada 1 o la 2, nosotros aparcamos en la entrada 2 que era la que estaba más cerca de donde habíamos dormido.
El paseo sin duda vale la pena, hay mucha gente pero es normal, es agosto y los turistas abundan en los destinos turísticos. Justo acabamos el recorrido, se puso a diluviar, durante un par de horas ya habíamos oído los cercanos truenos, pero tuvimos suerte y no nos cayó la tormenta estando entre árboles, sino en la parada del autobús. Tras el diluvio aflojó un poco y fuimos a comer a un self-service allí mismo.
Por la tarde, camino de Zagreb, paramos en Karlovac (también marca de cerveza), no había mucho que ver allí.
En Zagreb, solo habíamos podido encontrar alojamiento en hotel, así que por 2 noches allí pagamos como 3 en cualquiera de los otros sitios, pero por fin teníamos camas individuales (en la casa del bosque también), y desayuno incluido.
Por la noche el taxista nos recomendó cenar en el restaurante del exfutbolista Boban, la carta estaba bien y no nos sablearon, pero yo para cenar no tenía mucha hambre, tantos días sin hacer ejercicio y tantas comidas excesivas, hacen perder la motivación por una comida aunque buena no "golosa" ni novedosa. La noche de Zagreb no parecía muy animada, nuestras investigaciones nos indicaron que al ser vacaciones la ciudad estaba vacía, así que a dormir.
Al día siguiente vimos Zagreb, primero el pabellón Drazen Petrovic (inolvidable malogrado jugador de baloncesto, maldito sea el camionero alemán que lo mató) que estaba a pocos metros del hotel, luego cogimos el tranvía para ir al centro de la ciudad, dimos el paseo típico de los turistas (con cañonazo de las 12 incluido) y nos comimos un delicioso pedazo de pizza (10 kunas) y un fabuloso helado(6 kunas). Por la tarde fuimos en coche a un pueblecito a las afueras de Zagreb, del cual nos encontró unas cuantas vueltas encontrar el centro...
Por la noche fuimos a la zona de los lagos (artificiales) donde había varios locales para tomar copas, cenamos en una pizzería allí mismo y nos tomamos unas cuantas copas en aquellos locales, tampoco había mucho movimiento, y aunque el sitio estaba bien, las fechas no eran las mejores para ir allí, a destacar la gran cantidad de mosquitos del lugar (lógico en un lago).
Y así se acaba el viaje a Croacia, el último día viaje Zagreb-Milán, cambio de aeropuerto y Milán-Barcelona.
1 ago 2007
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