El lunes fue un día de perros, nunca mejor dicho.
Me desperté temprano y aprovoché para salir en bicicleta a una hora buena para poder hacer kilómetros y llegar a casa a la hora de comer.
La semana pasada solo había salido el lunes y había ido al Castanyer, así que no sabía como estaría de forma una semana después, por lo cual me lo tomé con calma.
Todo normal hasta que entre Cánovas y el Canela, veo algo que se mueve al lado de la carretera, me está mirando, ¡mierda! un pitbull suelto, me ruge y veo que viene a por mí, acelero a todo lo que da la bici, veo que me sigue... venga, dale caña que no te pille, veo que he cogido velocidad y que el perro no puede seguir mi ritmo, al rato veo que ya no me sigue... con las pulsaciones a tope y el miedo en el cuerpo, sigo adelante pensando en si tengo que llamar a la policía, no llamo, mal hecho, ahora tendré miedo cada vez que pase por allí.
Llego al pantano, subida normal y decido que en lugar de ir hacia el Castanyer, probaré el camino hacia el Pla de la Calma, la subida es dura, pero el camino es mucho mejor que el del Castanyer, llego al primer lugar de control que recordaba, la casa está en obras, hay coches, supongo que de los paletas, veo un gato, sigo avanzando, ¡mierda! 2 perros salen de debajo de un coche y vienen a por mí, como me vienen de frente, me tengo que bajar de la bici y la pongo entre ellos y yo, estos no son pitbulls, es uno grande y un dálmata, el grande, educádamente se acerca a mí y me invita a irme, me sigue hasta que me alejo de la casa, en fin, se acabó la subida, media vuelta y para casa.
¡Malditos perros!
25 may 2011
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