Este fin de semana puede haber sido el último del disfrute del calor en bañador, el sábado acabé rojo.
La lectura de "L'ombra del vent"(La sombra del viento), me absorbió hasta el punto de ponerme rojo por primera vez este verano, aunque el no ponerme crema es la verdadera causa, pero al no tener pensado estar tanto rato bajo el sol, no me la puse.
El domingo acabé el libro también bajo el sol, y es que yo muchas veces me he comparado con las plantas y su necesidad del sol para hacer fotosíntesis, yo necesito el sol, me puedo pasar horas y horas tostándome bajo él, normalmente me ayudan los walkman, aunque los libros también ayudan a llenar esas horas de fotosíntesis.
Leer me encanta, pero sigo teniendo esa dificultad para elegir títulos, voy a las librerías y me cuesta mucho elegir. Alguna vez he dado vueltas como un tonto para salir sin ningún libro, y eso que casi todos los libros que he empezado me han acabado gustando.
Este fin de semana he tenido momentos de lucidez, en los que he mirado al pasado y he visto que este año ha sido especial, miro atrás y veo que el tiempo ha cundido, al contrario que muchos de los últimos años. El viernes encontré un amigo al que hacía un año que no veía (bueno, que no coincidíamos para hablar), en relidad no hacía un año que no hablábamos, pero a mi me pareció que hacía 2 años, y es que este año ha sido muy largo.
Yo siempre cuento los años de septiembre a septiembre, agosto es la culminación, después de agosto empieza un "nuevo curso", pese a haber dejado de estudiar hace años. Este curso se presenta sin las novedades que me deparó el año pasado y que supongo que son las que han hecho que cosas, relativamente cercanas en el tiempo, parezca que sucedieron hace más tiempo.
Ese descubrimiento me iluminó y me hizo darme cuenta de que no todo está perdido, el tiempo pasa rápido pero hay maneras de ralentizarlo y disfrutarlo.
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