Hay momentos en la vida en que uno lo que espera es poder estar tranquilo, sin preocupaciones y sin estrés.
Pero esos estados no dejan de ser bastante abstractos, y muchas personas no saben vivir tranquilos.
No deja de ser un estado de ánimo y por controlado que lo tengas todo, siempre está ese duendecillo en la cabeza y en el estómago que no te deja en paz y que hace que de cualquier chorradita veas una montaña.
¿Así me encuentro yo ahora?
Pues no lo sé, lo que tengo claro es que no tengo ningún objetivo a largo plazo y la pereza frustra muchos de los que me hago a corto plazo.
En cualquier caso, puestos a elegir, siempre es mejor partir de una situación de tranquilidad relativa para intentar mejorar que no de una situación agobiante en la que la única solución es mejorar, porque no puede ir a peor.
21 mar 2006
Suscribirse a:
Comment Feed (RSS)
|