Ayer antes de jugar mi partido de tenis de las 8 me dice con cara de tristeza el dueño de las pistas que su hijo ha comprado una bandera de España.
Y es que el niño de 15 años se ha visto envuelto en ese marketing borreguil televisivo que abstrae a la gente de la realidad, el pobre padre, catalán de toda la vida, hijo de catalanes de toda la vida, ve como el futbol ha conseguido acabar con una tradición familiar de banderas esteladas que representaban la única forma de quejarse pacíficamente de los años en que tuvieron que hablar catalán solo en la intimidad de su casa, pues este hombre es de los que hablan bien castellano pero tiene su acento de catalán de toda la vida.
Lo más fuerte fue, que al acabar mi partido de tenis vi la bandera, que no era simplemente una bandera de españa, ¡era la bandera con el toro de osborne!.
En fin, que como le digo muchas veces a mi compañero de departamento, podemos estar bien tranquilos laboralmente, la generación que nos viene detrás no van a ser competencia intelectual.
Y dejo para otro día el comentar los 2 energúmenos que nos envió ayer Telefónica para pasar un cable por nuestras oficinas, poco más y lo destrozan todo.
28 jun 2006
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