9 nov 2013

¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!

Libro de 1966 que bien podría haberlo escrito yo en el 2000.

Sus planteamientos apocalípticos no han llegado con el fin del siglo XX, pero sin duda el peligro está ahí.

Hay que reconocer que en los países más desarrollados el control de natalidad no ha sido necesario al ser la gente más consciente de la responsabilidad que es tener hijos, cosa que ha llevado a que sea en los países más pobres donde el problema que detalla este libro está sucediendo hoy en día.

Estos países pobres, de momento tienen la válvula de escape de la emigración, con la cual muchos van directos a la muerte, muerte que probablemente también les llegaría si no emigraran. Un problema tan grave como el del hambre en el mundo se puede solucionar con una cosa tan simple como el control de natalidad.

No tiene por qué ser forzada, con una buena educación la gente se hace consciente de los beneficios de no aumentar la población mundial, manteniéndola tendríamos recursos de sobra para todos y para todo el futuro.

En fin, supongo que los esclavistas modernos son los que están detrás de que esto no suceda.