30 ago 2006

Mis vacaciones: Irlanda, día 1

El último día de trabajo antes de las vacaciones es un día largamente esperado por muchos, no digo todos, porque siempre hay tocacojones que nos lo quieren joder.

La cuestión es que con eso de los viernes de jornada intensiva con los que nos obsequia mi empresa, tuve que entrar a trabajar a las 8 con lo que me tuve que levantar a las 7.

Como suele ser habitual los tocacojones esperaron al último día para aparecer a hacer las instalaciones prometidas para uno o dos meses antes, la cuestión es que te obligan a dejar el curro con aquella sensación de haber dejado un marrón a tu compañero de trabajo que se encontrarás una semana solo ante el peligro.

Además el famoso viernes 28 de julio fue un día que pasó a la historia de la aviación española, al tomar los trabajadores de tierra de Iberia (sí esos mamones que tratan como bolsas de basura nuestras maletas) la pista del Prat y colapsar el tráfico aéreo de toda Europa.

Por suerte, nuestro vuelo no salía del Prat, por suerte para algún huelguista porque yo hubiera saltado a la pista a apalear al primero que pillara, sino de Girona y "solo" tuvimos que soportar un retraso de 2 horas.

Viajar en Ryan Air tiene el incentivo de poder vivir aterrizajes planos, el avión no sube el morro y notas el planchazo de las ruedas en tierra, pero si hay gente que va a Port Aventura, bien podemos disfrutar de vuelos originales los que no buscamos emociones fuertes.

La llegada a Irlanda a las tantas de la noche nos limitó en nuestra primera noche, pues llegamos a las 2 si mal no recuerdo al hotel Albany House de Dublín, tras animada charla con el taxista juerguista que nos llevó al hotel, se ve que el tío solía ir de vacaciones a Barcelona un par de veces al año.

Llegando a tal hora al hotel, tuvimos suerte de que estuviera situado en una calle donde había un par de discotecas y pudimos hacer nuestra primera incursión en la marchosa noche dublinesa. Una disco situada en el subterráneo de una casa, nos dejaron entrar sin pagar entrada al llegar tan tarde y vimos que estaba llena de gente, estuvimos una hora en la que pudimos comprobar que yo soy muy bajito para el estandard europeo y que ganar la posición en la pista de baile es cuestión de fuerta, los gigantes de dan con el hombro y las mozas te pegan un tetazo para apartarte del medio, y es que el tema del tetamen en Irlanda bien merece un post dedicado.

Al salir de la disco y esperando que nuestra fumadora se fumara el último pitillo unos que pasaban nos oyeron hablar en catalán y resulta que eran unos catalanes que vivían en Dublín y estuvimos hablando un rato con ellos, nos dijeron que entráramos en www.catalansadublin.com y que el domingo quedaban muchos de los catalanes que vivían allí para salir de fiesta juntos, les dijimos que igual nos pasaríamos.

Exhaustos y agotados tomamos rumbo a nuestras camas, previo paso por unas escaleras interminables, la primera toma de contacto con la noche dublinesa dejó buen regusto en mi memoria y hacía pensar que no solo podríamos ver ovejitas y campos verdes en este viaje.