4 oct 2004

Autoconfianza

En momentos de autoreflexión, o de lucidez cuando se sestea el domingo por la tarde y uno piensa en las horas de sueño perdidas el viernes y el sábado por la noche en las discotecas, el pensamiento invita a cambiar de táctica.

La idea del salir para intentar ligar, en mi caso al menos, creo que no es un tema de buscar compañía ni un polvete reparador. Creo que el tema se ha convertido desde hace mucho tiempo en un reto personal.

Como todo lo que hago en mi vida, empiezo las cosas pero nunca las acabo, el hecho de que haga muchísimas horas de deporte a la semana (menos de las que me gustaría), siempre ha influido en el hecho de que pese a que lo hago porque me encanta la sensación de estar forzando el cuerpo e intentar superar mis propios límites (nada espectaculares, por cierto), también es verdad que valoro mucho el efecto que el deporte provoca en el cuerpo, tanto en bienestar como en presencia física.

Siempre he dicho que para mí el físico sí que importa y que por eso me cuido (claro, si te gusta el deporte es muy fácil cuidarse), pero en el mundo del ligue, el físico no lo es todo, bueno si tuviera la cara de brad pitt igual sí... o no.

La cuestión es que como me cuesta muchísimo lanzarme al ataque y cuando no veo actitud positiva en el otro bando, abandono rápidamente, me he planteado que quizá deba buscar ayuda en el tema.

En las páginas amarillas (quién usa eso existiendo el google) creo que no hay escuelas del ligue, así que lo más parecido que se me ha ocurrido es ir a un psicólogo (con p, que sin p decían esta mañana en la radio que es un experto en higos, aunque ahora que lo pienso... higos... bueno, mejor no...) o bien buscar una de esas agencias de contactos y a hacer citas a ciegas, porque lo de dar el número de tarjeta de crédito en match.com no me acaba de convencer.

Es un tema de autoconfianza, porque tampoco es que tenga tanto tiempo libre desocupado para necesitar liarme con temas de estos, pero a uno le gustan las mujeres y a ratos piensa en ello.